La voladura con dióxido de carbono ofrece una alternativa más segura y no explosiva a la voladura convencional de roca. El sistema presuriza un tubo con CO₂ líquido (5–9 MPa); una carga eléctrica de calentamiento lo vaporiza instantáneamente, expandiéndolo aproximadamente 600 veces para generar una onda de choque de >300 MPa que fractura la roca a lo largo de las grietas naturales. La voladura con dióxido de carbono es de bajas emisiones, reduce la vibración y los gases tóxicos, utiliza tubos reutilizables y cargas térmicas reemplazables, y permite una prefisuración controlada y eficiente para minería y tunelería.